5 jun 2022

Cómo volver a empezar

Entiendo muy poquito de nuevos comienzos porque tengo una memoria selectiva y en escasas ocasiones soy capaz de olvidar. Y pasa que, como no olvido, no logro poner un punto de partida para volver a empezar. Es todavía peor cuando sé que esos recuerdos van atados a una emoción que llevo arraigada en el alma y en el corazón. 

Entre memorias y sentimientos se me hace un mar de lágrimas que inunda mi mente y mi pecho. Una presa que solo se desborda cuando no puedo más, cuando me pesa de más el falso retrato de tranquilidad y esperanza que mágicamente le muestro a los demás. Y esa caída, a cántaros, se repite incansablemente cada tanto tiempo mientras golpeo el colchón de la ira, abrazo una almohada del desconsuelo, me enjuago el rostro... hago como si nada y sigo. Un ciclo. 

Hay mil y una preguntas rondando en mi cabeza todo el tiempo. Solo me distraigo cuando estoy obligado a hacerlo: trabajando, nunca más. De resto, paso las horas y los días con un cúmulo de pensamientos rumiantes y dolorosos, los mismos que la mayoría de las veces no sé tratar. Hasta ahora no se me ocurre una mejor estrategia que dejarlos ahí y hacer como que no estuvieran, a ver si por mero descuido salen, pasan de largo y dejan que vuelva a mí la tranquilidad. 

Estoy vacío, con un corazón inhóspito y viviendo, cual alma en pena, en el piloto automático que yo mismo programé para evitar que alguien lo descubra y me pregunté: 

- ¿Qué te pasa?

- Nada, todo está bien (pero ven dame un abrazo).